Sigurd Lewerentz era para mí una figura prácticamente desconocida cuando en el verano de 1993 tuve la oportunidad de visitar sus obras más importantes, obras que me impactaron profundamente y, debo reconocer, influyeron en mi posterior trayectoria proyectual. El acercamiento a Lewerentz que propongo en estas páginas tiene, pues, un carácter personal que brota del sentimiento de sorpresa, admiración y misterio que su obra me provoca.
Lewerentz es, a la vez, actual e inactual, moderno y antimoderno, siempre inclasificable en cuanto seguidor de su propio camino. No es un maestro al que se pueda entender ni a partir del análisis estilístico de sus obras ni de la interpretación de sus textos (que nunca escribió). Sus obras son únicas, singulares, inimitables, fruto del trabajo experimental de aquel que va forjando progresivamente su trayectoria. He querido ensayar el concepto de “estilo tardío” —con el que destacados críticos han analizado las obras finales de maestros como Beethoven, Rembrandt, Poussin o Miguel Ángel— al que pertenecen sus últimas obras, las más interesantes vistas desde nuestro presente contexto cultural.
La obra de Lewerentz es una obra difícil, no hay que esperar de ella certezas o caminos fáciles de seguir. Por el contrario, los que reconocen que la arquitectura es un universo complejo pero que, si se desarrolla en profundidad y sin recetas, puede llegar a alcanzar algunas de las experiencias más intensas del saber humano, estarán en condiciones de reconocer en la arquitectura del maestro sueco una ruta abierta y transitable.
José Ignacio linazasoro Reconocido entre los arquitectos europeos más prestigiosos de su generación, destacando singularmente su contribución al proyecto del espacio público y por su sensibilidad frente al problema de la relación entre preexistencia y arquitectura contemporánea. Ha sido catedrático en las escuelas de Valladolid y Madrid. También ha sido Visiting Professor en numerosas escuelas de arquitectura europeas y americanas, siendo su estancia más reciente en el EPFL de Lausanne. Intervenciones como las de la Iglesia de Santa Cruz de Medina de Rioseco, o la de Valdemaqueda, el conjunto de las Escuelas Pías de Lavapiés o el entorno de la Catedral de Reims son referencias imprescindibles de construcción sobre preexistencias. Ha obtenido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales y en 2014 se le concede el Premio Internacional Piranesi Prix de Rome por su trayectoria. Entre sus publicaciones, inseparables de sus obras, hay que señalar Permanencias y arquitectura urbana (1978), El proyecto clásico en arquitectura (1981), La memoria del orden (2013), Textos críticos (2017), Memoria de una búsqueda (2019) y La arquitectura del contexto (2022).
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